Medianoche en el Cementerio Inglés de Málaga (España).
septiembre 11, 2018En la Costa del Sol existen días –no demasiados, la verdad– en los que el mencionado astro se oculta tras las nubes y deja protagonismo a las gotas de agua que, en forma de lluvia, reverdecen los agostados montes, pero también hacen que una ruta nocturna llena de candelas se quede sin tan modesto artilugio para iluminar el paseo. ¿Quiere decir esto que la ruta de las velas del Cementerio Inglés de Málaga no mereció la pena? ¡Líbrenme las musas de teclear semejante cosa!
El patio principal, con la iglesia anglicana de Saint George al fondo –factura del arquitecto Manuel de Mesa del 1839– atardeciendo y de noche. |
Disculpen porque me embalo y empiezo a ser cronista de mí misma cuando lo verdaderamente importante es el lugar visitado y su inabarcable historia, ajena aún hoy en día a la mayoría de la vecindad. Sin ir más lejos pocos sabrán que tres de los cinco lemas que luce el escudo de Málaga tienen un estrecho vínculo con los anales del Cementerio Inglés.
Desde la rampa de entrada al cementerio, con profusa vegetación, se vislumbra el monumento funerario del señor Frarl Thodor, obra de inspiración clásica del marmolista José Frapolli Pelli. |
Frondosos arrayanes hacen las veces de murete entre el mundo de los vivos y el de los muertos. |
A modo de buen cementerio decimonónico inglés, se trata de que haya una armoniosa simbiosis entre la naturaleza asilvestrada y las lápidas. |
Detalle del espacio dedicado a los católicos entre los que se encuentran las sepulturas de la familia Alcaide. |
En Málaga, que es el caso que nos ocupa, no se permitía ningún rito funerario para los fallecidos fuera del católico y, si por desgracia se estiraba la pata por allí –cosa por otro lado corriente dada la gran colonia extranjera que existía y existe en la zona, al margen de la actividad portuaria–, a lo más que se podía aspirar es a una suerte de funeral furtivo en alguna playa apartada en la que cavaban un hueco en vertical para meter el cadáver y que el mar y las alimañas se encargaran por su cuenta del asunto.
Esto horrorizó al cónsul de Gran Bretaña en la Costa del Sol, William Mark, cuando se encontró con la kafkiana aventura de tener que dar sepultura a uno de sus criados. Constató que la "práctica playera" era costumbre así que movió todos los hilos necesarios para que tal cosa no tuviese lugar en un país que, aunque foráneo, se suponía civilizado para así poder dar un enterramiento digno a sus compatriotas.
Como ya sabrán ustedes el diablo se encuentra en los pequeños detalles, sobre todo cuando hablamos de leyes, y pese a que el gobierno del Fernando VII no estaba muy por la labor de conceder amparo alguno, Mark acudió al artículo 35 de un antiguo tratado de amistad entre Reino Unido y España fechado en el 1667 (alentado entonces por el mismísimo Oliver Cromwell) para lograr su propósito. Así las cosas, en 1829 la autoridad de la ciudad concedió un pequeño terreno cuadrangular donde entonces se hallaban las afueras y en abril de 1830 el rey firmó una Real Orden validando tal decisión, gracias a la cual se estableció el núcleo primitivo del cementerio, justo por delante de la Cañada de los Ingleses.
Acababa de nacer la primera necrópolis de confesión protestante en la España moderna que dio paso al nacimiento de otros cementerios de similares características en diferentes puntos de la geografía peninsular e insular.
La puerta de acceso al cementerio primigenio situado al norte del recinto actual que cuenta con una superficie de una hectárea y media. |
La tumba fundacional, que se horadó incluso antes de levantar los muretes del recinto, se debe al propietario del bergantín bautizado "Cícero", George Stephen, que falleció ahogado en la bahía de Málaga en 1831. Pero será siempre más recordado el segundo habitante de la necrópolis, Robert Boyd, por la importancia que supuso su persona en la convulsa historia española del XIX cuando se decidió a participar en el Pronunciamiento de Torrijos.
Otro de los lemas de Málaga, el de «muy benéfica», hace referencia a un edificio bien conocido por los malagueños que se encuentra a escaso medio kilómetro del cementerio protestante: el Hospital Noble. Tan pomposo nombre –si leemos en castellano– nada tiene que ver con el fin originario de dicha institución puesto que lo de noble le viene por el apellido de su promotor y no porque allí se atendiera a la crême de la crême de la ciudad.
Hablamos de Joseph William Noble, médico inglés que se afincó en la Costa del Sol por su frágil estado de salud y que finalmente murió durante la epidemia de cólera que asoló la ciudad en 1861. Sus hijas, en agradecimiento al buen trato recibido, construyeron el hospital para asistir principalmente a los marineros que recalaban en el puerto y a personas desfavorecidas. Medio siglo después el Hospital Noble jugaría un papel fundamental en el socorro de los heridos que venían del ejército de África durante la Guerra del Rif.
El Doctor Noble descansa bajo la sombra de un árbol pimentero, dentro del patio central del cementerio, cerca del templo de Saint George. |
La labor de auxilio por parte de la población malacitana, que se cobró al menos la vida de doce pescadores, le valió a la ciudad el otorgamiento del tercer lema heráldico: «muy hospitalaria».
Tres militares de la Royal Air Force y un operador de barco. Tres de nacionalidad británica, uno australiano. |
Les dejo con algunas de las tumbas que visitamos y honramos durante aquella borrascosa tarde noche en el Inglés de Málaga a modo de foto con pie. Si van por allí, no se olviden de saludarles, incluso de llevarles alguna flor.
El apodado Inglés de la Peseta, George Langworthy, y esposa. Benefactores de la ciudad de Torremolinos hasta el punto de quedarse en la ruina. |
Los muros del cementerio primitivo se vislumbran desde el bancal que abre paso a la plaza principal del lugar, presidida por la iglesia anglicana. |
Una de las tumbas más visitadas del camposanto, posiblemente por el sereno rostro del ángel que la custodia –retrato de Annie Mariann Heaton, su primera inquilina–, se encuentra cercana a la capilla. |
Aunque Málaga contaba con marmolistas de gran prestigio, la estatua fue mandada hacer en Inglaterra. |
En la peana nos encontramos un símbolo antes visto en otros cementerios británicos. |
Cementerio Inglés de Málaga
Avenida de Pries, 1
29016 Málaga - España
(Ubicación en Google Maps)
T_ 952 22 35 52
W_ Fundación Cementerio Inglés de Málaga
H_ L-V de 9:00 a 15:00 horas.
S, D y festivos de 10:30 a 15:00.
No se permite el acceso al recinto media hora antes del cierre de las puertas.
Notas_ Se cobra una entrada simbólica para poder acceder al jardín-cementerio que merece la pena pagar. Y lo merece no sólo por lo maravilloso del lugar, sino porque con el pago de la entrada, se contribuye a la restauración y mejora del cementerio (así que ¡no me sean cutres!). En cualquier caso, existen descuentos para algunos colectivos y horario de visitas gratuitas por tratarse de un BIC.
También organizan multitud de eventos –conciertos, visitas teatralizadas, etcétera– de los que pueden estar al corriente visitando sus redes sociales.
Bibliografía y documentación_
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- Kazek, Kelly, "Why victorian-era Southerners created seashell graves and where you can still see them", Alabama Living, 12 de agosto de 2015, periódico online (link).
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- Rodríguez Barberán, Javier, Cementerios de Andalucía, Junta de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transporte, Sevilla, 1993.
- Rodríguez Marín, Francisco José, "El Cementerio Inglés de Málaga. Cultura Británica en el sur de Europa", Revista Funeraria, Especial Cementerios, Nº III/2013, MPress Publicaciones, 2013.
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- Ruiz Castillo, José Manuel, El cementerio inglés de Gibralfaro, website del libro homónimo, s. f., (link).
- Wikipedia (link).
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