Lo nuevo y lo viejo. El Cementerio de Nuestra Señora de la Montaña, Cáceres (España).

julio 31, 2018

Hace años hice una lectura que causó una profunda huella en mí. Hace años leí El Elogio de la Sombra de Junichiro Tanizaki. Desde entonces empecé a apreciar el paso del tiempo por los objetos, por los edificios, también por las personas. No es que ahora desdeñe la novedad, pero ya no me deslumbra tanto su pompa y artificio como antes (o eso quiero creer).

Cuento esto porque cuando salí del Cementerio de Nuestra Señora de la Montaña, el principal de la ciudad de Cáceres, no pude por más que recordar al escritor nipón y sus palabras sobre la pátina. Pocos sitios que la abajo firmante haya visitado muestran una diferencia tan abrumadora entre su parte vieja, decimonónica, y la moderna, inaugurada en el presente siglo. Y ¿saben qué les digo? que yo, sin dudar ni un solo segundo y a pesar del trato que el paso del tiempo y la desidia le han causado, me quedo con la antigua.


Para muestra, sus dos puertas de entrada. En esta foto la entrada actual; en la de superior, la entrada antigua.
No puedo mentirles diciendo que en mi viaje por tierras extremeñas tenía en mente visitar el cementerio de Cáceres porque desconocía que allí hubiera cosa interesante que encontrar. Pero, oh, sorpresa, recordé una conversación años atrás con mis admirados Esther y Toni sobre un Llimona extraviado. ¿Llimona...? ¿en Extremadura? ¡Por qué no! Una de sus esculturas funerarias más celebradas (curiosos, aquí) está fuera de Cataluña.

El posible hallazgo bien merecía armarse con agua fresca y crema solar para dar un paseo por el camposanto cacereño. Reconozco que no costó demasiado encontrarlo puesto que según se cruza el arco de la entrada antigua, se da uno de bruces con el panteón en forma de pirámide truncada de la familia Berjano y que, sí, tiene un maravilloso frontón firmado por el escultor barcelonés.



La escena, clásico entre los clásicos de la escatología cristiana, narra la resucitación de Lázaro (Jn 11, 17-44). Jesús, situado en el centro, separa los dos grupos escultóricos principales. A la izquierda la presentación frente a la tumba de Lázaro y a la derecha los fariseos, Caifás entre ellos casi con seguridad, y otros judíos comentando el milagro.


Detalle del grupo escultórico donde se encuentra Lázaro siendo liberado de su mortaja.
Aunque no posee ninguna iconografía que nos ayude a distinguir a Marta de María Betania, una de las dos figuras femeninas fue proyectada, en clara diferencia de sus compañeros de ceremonia, en altorrelieve pudiéndose apreciar con gran detalle su figura.

¿María Betania o Marta?
Pero dejemos a los historiadores del Arte que estudien bien la pieza y nos muestren sus impresiones en documentos de mayor calado científico que este sencillo post y veamos qué más relatos nos regalan estos desatendidos primeros patios.


El actual cementerio municipal nació, como tantos otros dentro de la geografía española, a tenor de la Real Cédula de 1787 promulgada en tiempos del rey Carlos III por la cual se prohibían las inhumaciones en iglesias y conventos dentro de los núcleos poblacionales (salvo alguna particularísima excepción). Pero desde finales del siglo XVIII hasta 1844, año de la inauguración de la necrópolis que nos ocupa, pasaron más de cincuenta años, la Guerra de la Independencia y un intento fallido de cementerio extramuros –el cementerio del Espíritu Santo– del que sólo se conserva la puerta de entrada.

Cáceres no era una ciudad diferente al resto de ciudades y al igual que sus homólogas poseía cementerios dentro de y anejados a sus edificios religiosos. También hablan los cronistas del popularmente conocido como corralito que, durante las edades media y moderna, vendría a ser una especie de muladar donde arrojar sin más los cadáveres de los impíos.

Algunos viajeros ilustrados, como Antonio Ponz, señalan en sus escritos la estampa entre siniestra y deslumbrante del luto que se exhibía dentro de los lugares de culto cacereños, de las paredes vestidas con bayetas y paños negros de manera casi perpetua, de la buena factura de la mayoría de sus lápidas. Sería fruto de otra entrada (y de otra visita mucho más larga) hablar del inmenso legado heráldico, además de epigráfico, que atesoran las laudas funerarias conservadas en las iglesias extremeñas... Una auténtica pasada.

Ejemplo de dicho legado es la tumba fundacional que se instaló dentro del cementerio de Nuestra Señora de la Montaña, la del matrimonio Juan Durán Figueroa e Isabel Baca que, aunque un poco escondida entre toda la nichería perimetral, sin duda llama la atención del que se encuentra con ella ya que parece un oopart mortuorio.

El escudo –parece ser– de la familia Baca (el mueble que decora el cantón diestro es una vaca, al margen de lo que parece ser una cabeza de vaca frontal en el punto de la punta y el cartucho oval propio de mujeres) en frontal del lucillo muestra del reaprovechamiento funerario de los primeros moradores del camposanto.
Sin embargo dicho objeto fuera de su tiempo tiene una sencilla explicación ya que procede de la desamortización del convento de la Purísima Concepción de los cuales fueron principales patrocinadores en el siglo XVII el matrimonio Durán Baca. Qué menos que concederles un terreno dentro del que iba a ser el nuevo cementerio capitalino.

También se sirvieron de otros materiales del citado edificio para la construcción de la capilla principal del cementerio, de planta octogonal rematada en cúpula semiesférica con lucernario (y nido de cigüeñas), que estaba cerrada.


Caminando hacia el interior del lugar, puede uno percatarse de detalles sorprendentes en sitios que no se esperan.
Más cultura del reciclaje romántico en esta virgen situada en la parte trasera de la capilla que fue ideada originariamente para situarse en la hornacina del céntrico Arco de la Estrella. Pero mientras la nobleza se tomaba ciertas libertades urbanísticas con dicho arco, el clero se sentía ninguneado y el concejo denunciaba a todo quisqui, la figurilla barroca acabó deambulando de almacén en almacén hasta su ubicación actual, por cierto, dentro de un antiguo arcosolio también recuperado del convento de la Purísima Concepción.

Sea como fuere el actual cementerio se valió de piezas de otras edificaciones desechadas de la ciudad y lo sigue haciendo aún hoy en día –como tantos otros camposantos– cuando al fijarnos en las teselas que conforman sus aceras, se descubren tipografías con nombres y fechas procedentes con total seguridad de las tumbas que nadie reclama y que hay que vaciar para dejar paso a los muertos recientes.

Aunque en algún momento este campo de reposo eterno tuvo que contar con la consideración de sus vecinos ya que muestra con cierto orgullo en las avenidas de sus patios primigenios construcciones de gusto exquisito acorde con la época en que se levantaron y muestras de grandeza burguesa o nobiliaria, ahora ya casi olvidadas.

La calle principal del primer patio que desemboca en la capilla, influenciada por las grandes avenidas de otros cementerios europeos decimonónicos, sin duda.
Un enorme túmulo neoclásico recibe al visitante nada más atravesar la puerta antigua.
Pocos ángeles en bulto redondo se pueden encontrar en el camposanto cacereño aparte de este en mármol blanco, restaurado recientemente.
Nos contó uno de los guardias que este panteón neogótico de fulgurantes tejas verdes posee una gran cripta subterránea.
Antorchas bocabajo –símbolos funerarios por excelencia–, festones y coronas votivas, en el paso del primer al segundo patio.
En el segundo patio se alzan panteones de estéticas más modernas, como el Art Nouveau de la familia Guillén.
La heráldica es una pieza fundamental –cuando no la única– en prácticamente todos los grandes y no tan grandes monumentos funerarios cacereños.
Al caminar entre las callejuelas desastradas del cementerio me llamó poderosamente la atención la  diferencia tan notoria que existe entre las distintas clases sociales que pueblan su extensión. Sin lugar a dudas aquí no se cumple la máxima aquella de que la muerte lo iguala todo.


Tras los grandes monumentos funerarios de las clases pudientes se sitúan los monumentos funerarios algo más modestos configurados en su mayoría en series de nichos familiares agrupados en un único mausoleo.
En el cruce de caminos del segundo patio se levanta una sencilla columna rematada en cruz.



Fuste de columna truncado, otro must de la iconografía funeraria de origen grecolatino.
Bordeados por las edificaciones de las clases medias y altas, justo en el centro de los parterres que forman las  avenidas, se encuentran los enterramientos más humildes.




Y formando un todo junto a los muros del cementerio, la nichería que, al igual que sucede con las iglesias cacereñas, bien merece una entrada propia por la gran riqueza que atesora (me consta que hay epitafios sorprendentes que no fui capaz de encontrar) y que, intuyo, está a punto de ser perdida para siempre, a menos que la reclame alguien.

En el diseño de tumbas actual nos venden el uso del retrato fotográfico como el último grito. ¡Nada más lejos de la realidad! En el XIX tener una foto era señal de modernidad y de cierto estatus. 

Nicho "anónimo", pero limpio y bien cuidado.

Los ángeles del silencio se repiten como motivo en muchas de las lápidas.


Metaataúd.
Como entusiasta de la tipografía que también soy, me quito el sombrero ante mezclas tan atrevidas como ésta. 


Por supuesto, heráldica :-)

Las lápidas de pizarra son frecuentes en los primeros enterramientos que tuvo el cementerio.


Tres son las curiosidades que alberga, además, esta necrópolis. En primer lugar la existencia del, aunque la iglesia católica le haya dado carpetazo no hace mucho, Limbo. Es una forma particular de denominar lo que comúnmente se conoce como panteón de infantes, es decir, el lugar de enterramiento de bebés y párvulos.
Casi nunca faltan flores o juguetes en estas pequeñas tumbitas llenas de tristeza infinita.


Segunda: el uso de un espacio determinado y bastante extenso para los fallecidos sin familia, sin posibles o ambos en el que sólo se pueden apreciar los montículos que se forman de manera casi natural tras la inhumación. Sin adornos, sin flores, sin nada.
Glups.
Como última peculiaridad, la existencia de dos homenajes diferentes en diferentes lugares del camposanto. Cerca de la capilla funeraria los militares caídos en campaña (¿nacionales quizá..? no me fijé lo suficiente). Ya en los patios nuevos, en lo que fuera la tapia del recinto originario, catorce planchas de metal troqueladas con los nombres de los 677 caídos y 196 fusilados republicanos durante la Guerra Civil que se colocaron hace apenas cuatro años. Al parecer los muros del cementerio ejercieron de fosa común durante la postguerra.



Aunque no lo crean todavía me quedan fotos que enseñarles. No sé si fue el calor sofocante de finales de junio o la singular abulia del lugar lo que provocó en mi cerebro cierta inspiración...

Ningún cementerio que se precie sin sus suspicaces mininos.
Un panteón se cuela entre la nichería de los muros.

Panteones del segundo patio más abandonado, si cabe, que el primero.




Las nuevas cubiertas de los patios nuevos, un mar de nichos circundados de zonas verdes...
... y acero corten.
No todo es dejadez, al menos en los patios de nuestro siglo ;-)
Disfruten de las vacaciones, si es que las comienzan ahora, y bienvenidos a la realidad a todos aquellos que ya hemos estado de picos pardos los pasados meses.
Cal.

PD. Como siempre digo, este es un blog que rinde homenaje al vastísimo y muchas veces olvidado patrimonio funerario que tenemos, con lo cual un sitio de respeto máximo hacia los hombres y mujeres que aquí aparecen. Si alguien se sintiera ofendido por ver el nombre de algún familiar o persona cercana, sólo tiene que enviarme un email y retiraré la imagen en cuestión, si procede.

Cementerio de Nuestra Señora de la Montaña.
Avenida de las Delicias, 19
10004 Cáceres - España
(Ubicación Google Maps)

T_ +34 927 245 589
F_ +34 927 260 343
H_ De octubre a mayo, todos los días, de 9:00 a 17:50 horas. De junio a septiembre de 9:00 a 19:50 horas.

Notas_ No permiten la entrada al lugar con mascotas. Tampoco sacar fotografías para lo cual es preferible pedir un permiso especial.

Bibliografía y documentación_

  • Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (link).
  • Hinojal Santos, José Luis, Ejecuciones en la villa de Cáceres II, Cáceres en sus piedras, 8 de marzo de 2018, blog (link).
  • Hinojal Santos, José Luis, El muro de los huesos, Cáceres en sus piedras, 10 de noviembre de 2017, blog (link).
  • Lorenzo, Sergio, "El Ayuntamiento invierte 200.000 euros para sustituir tejados, comprar más bancos y reparar el muro de los fusilados", Hoy Diario de Extremadura, 3 de julio de 2018, edición online (link).
  • Luceño, Lola, "Cementerio de Cáceres, historia viva", El Periódico de Extremadura, 20 de abril de 2012, edición online (link).
  • Luceño, Lola, "Los cementerios ocultos de Cáceres", El Periódico de Extremadura, 12 de agosto de 2012, edición online (link).
  • Museo, Pieza del mes. Noviembre de 2014, Noticias del Museo de Cáceres, 1 de noviembre de 2014, blog (link).
  • Nq, Rub, Cementerios de San Mateo y San Juan, Cáceres al detalle, 2 de septiembre de 2014, blog (link).
  • Nq, Rub, Justicia divina y humana, Cáceres al detalle, 31 de octubre de 2014, blog (link).
  • Nq, Rub, La Virgen que acabó en un cementerio, Cáceres al detalle, 31 de octubre de 2014, blog (link).
  • Nq, Rub, Los primeros del cementerio, Cáceres al detalle, 7 de noviembre de 2014, blog (link).
  • Rumbo Ortega, Sira, "Recogen firmas para exigir el arreglo de paredes y nichos del cementerio cacereño", El Periódico de Extremadura, 20 de octubre de 2015, edición online (link).
  • Sierra Bolaños, Jesús, Monumentos desaparecidos: el convento de la Purísima Concepción, Norba Caesarina, 26 de abril de 2014, blog (link).
  • Sierra Bolaños, Jesús, Enterramientos en la Villa de Cáceres, Norba Caesarina, 9 de marzo de 2013, blog (link).
  • Vicent, Josep, Apellido Durán, Blasonari, s.f., blog (link).
  • VV. AA.,  Cementerio de Cáceres, Entre Piedras y Cipreses, s.f., blog (link).
  • VV.AA., El Funerario Digital, periódico online (link).
  • VV.AA., Adiós Cultural, revista sectorial, versión online (link).
  • Wikipedia (link).

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2 comentarios

  1. Gracias por el post!! Fantástica crónica. Habrá que ir pronto, aunque buscando un poco más el fresquito... Saludos!

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    1. ¡Gracias a vosotros por meterme el gusanillo en el cuerpo! Aunque no costó encontrar el panteón Berjano, moló ir en su busca y captura. Y luego quedarse allí, al fresco, rebuscando entre los patios antiguos hasta que empezó a pegar el calor de manera inclemente :-D

      Habrá que volver, sí...

      Moltes petons!

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