Huesos, huesos, tú eres sólo huesos. | San Bernardino alle Ossa, Milán (Italia).

febrero 26, 2019

En esto de la muerte también existen modas. ¿Acaso pensaban ustedes que hoy en día nos lo tomamos de igual manera, el hecho ineludible de morirse, que hace unos siglos? Sin entrar en matices culturales, ya les adelanto que no. Y hablando de modas, acompáñenme hasta la capital de Lombardía.

Capilla del osario de San Bernardino tras las verjas del Callejón homónimo.

En los tiempos que corren es un hecho extraordinario encontrar dentro de las guías turísticas convencionales a la iglesia de San Bernardino alle Ossa. De aparecer lo hace, con suerte, como una nota a pie de página. También es cierto que si son amantes del turismo funerario, estando en Milán se decantarán sin duda por el Cimitero Monumentale, joya absoluta de la escultura y arquitectura funerarias desde el siglo XIX hasta nuestros días (por el que ya daremos un paseo en otro post 😉).

Sin embargo hubo un momento, no demasiado lejano en la historia, en el que los osarios milaneses fueron motivo de peregrinación para lombardos y forasteros. Hablo en plural porque a principios del siglo XVIII las crónicas nos cuentan de al menos cuatro osarios. San Bernardino es el único que se ha conservado de todos ellos pese a que no fuera el más concurrido de su época.

El fenómeno de los osarios en Europa.

El tema da para tesis, como tantas y tantas otras pesquisas necrológicas, y yo no les quiero aburrir con asuntos que se remontan prácticamente al mesolítico. Quedémonos conque dentro del mundo cristiano, en principio católico u ortodoxo, los osarios vivieron su momento de mayor esplendor entre los siglos XIII y XIX, con ligeras fluctuaciones de popularidad a tenor de reformas y contrarreformas religiosas, y que ahora se consideran una anécdota macabra en nuestra relación con la muerte, pero no siempre fue así.

El nacimiento del fenómeno osario comenzó por algo tan prosaico como la falta de espacio en los camposantos. Los lugares destinados para la inhumación de cadáveres se llenaban y había que hacer hueco a los nuevos inquilinos. Las creencias de origen judeocristiano tienen al cuerpo como algo sagrado así que abandonarlo en cualquier vertedero no era una opción factible. Entonces, ¿qué hacer con las mondas? El osario empezó, pues, siendo un almacén de huesos sobrantes.

Con el transcurrir de la historia esas hueseras –a veces improvisadas– empezaron a cobrar importancia. En muchos lugares se comenzaron a decorar las calaveras, a nombrarlas, a lavar los esqueletos y vestirlos, a colocarlos de cierta manera o dentro de composiciones artísticas. Se honraba a los antepasados convirtiéndolos en algo próximo a la reliquia y congregaciones religiosas como los capuchinos o los franciscanos hacían gala de la exposición de sus muertos.

El paradigma se transforma de la dignidad del difunto al de sentimiento de profanación del cuerpo durante la Ilustración, cuando las ideas de individualidad afloran y la piel propia se toma como frontera. Aún así es precisamente en ese siglo cuando los osarios milaneses adquieren su mayor fama. ¿Cómo puede ser eso?

El Siglo de las Luces, con toda su razón y su método científico, fue precursor del Romanticismo con el cual regresa la exaltación de la espiritualidad, si bien desde un punto de vista mucho más laico. Tal vez aquí, en el renovado misticismo, resida el quiz. Es en este momento cuando se construyeron los primeros osarios privados (más por capricho que por otro motivo) y los que aún no habían sido desmantelados empezaron a gestionarse por cofradías vinculadas a las parroquias, aunque legas.

Durante centurias los osarios habían sido lugares dedicados básicamente a servicios funerarios otorgados por iglesias y monasterios, pero la superstición había entrado en el terreno de juego y el culto a las almas del Purgatorio junto con los supuestos favores que estas concedían en el más acá desplazaron –cuando no sustituyeron– al primer cometido como función principal.

Al lugar que hoy nos ocupa, San Bernardino alle Ossa, se procesionaba habitualmente para que las condiciones metereológicas cambiaran y también para intentar sofocar alguna plaga que tuvieran los animales. A juzgar por la cantidad de exvotos que cuelgan aún de sus paredes, me atrevería a afirmar que más de un favor personal también se iba a pedir a la virgen y a las calaveras de la Capella Ossario.

Pared donde se incrusta  el altar de la capiilla osario de San Bernardino alle Ossa.

Decoración de cruces realizadas con calaveras y espacios rellenos con huesos largos.
Horror vacui óseo.
Columnas de color negro decorados con cintas, calaveras y cuadros de exvotos.

Detalle de los exvotos regalados a San Bernardino alle Ossa colocados por los pasillos.
Por las paredes tanto del pasillo que conduce al osario como en las de la capilla se pueden apreciar numerosos exvotos que han ido dejando los peticionarios.
La iglesia católica, horrorizada con el uso profano que estaban tomando los osarios, empezó con las restricciones y clausuró los osarios para otra cosa que no fueran la celebración de cultos admitidos por la doctrina eclesial vigente. Había comenzado la lenta muerte y destrucción del culto a los huesos.

¿De quiénes son los huesos de San Bernardino alle Ossa?

Al igual que les sucede a los historiadores ¡ya me gustaría a mí saberlo! Existen varias teorías al respecto. Las más fantasiosas nos hablan sobre la revuelta de San Ambrosio –patrón de la ciudad– contra los arrianos, allá por el siglo IV, o que son los huesos de los muertos durante la invasión goda del siglo VI, pero la teoría que más consistencia tiene es que son los restos óseos del cercano y desaparecido Hospital de San Bernabé en Brolo tras alguna de la múltiples epidemias que asolaron la ciudad durante la Edad Media.

Marco abierto en la pared lleno de calaveras y huesos largos en composición casi artística.

Plano detalle de algunas de las calaveras de San Bernardino alle Ossa

Hornacinas abiertas en la pared rellenas de huesos en composición artística.

Altar de San Bernardino alle Ossa, lleno de huesos de diferentes partes del cuerpo, sin aparente orden de colocación.

Sea como fuere en el año 1210 se tienen los primeros registros del lugar, aunque entonces no fuera como le conocemos hoy en día puesto que se trataba más bien de una huesera donde se apilaban los despojos provenientes tanto del hospital del Brolo como de otros cementerios aledaños que no daban a basto con los enterramientos más nuevos.

El lugar fue dedicado en origen a la Pasión de la Virgen María y, aunque la decoración actual sea de finales del siglo XVII, cuando ya se había consagrado a San Bernardino, aún podemos apreciar en las paredes composiciones de huesos con las letras M y V, esto es, Maria Vergine. Sin contar conque el altar de la capilla está regido por una dolorosa, de inspiración española, que pena por su hijo tendido muerto a los pies.

Dolorosa con Jesucristo exangüe a los pies, pieza principal del altar de San Bernardino alle Ossa.
Madonna Addolorata dieciochesca de marcado carácter español, ya que por las fechas en las que se esculpió, Milán estaba gobernado por españoles.
Detalle de una de las pechinas y una de las esquinas de la capilla, con decoración tipográfica, calaveras y huesos pequeños formando figuras.
En las cuatro esquinas del recinto se pueden apreciar composiciones tipográficas de huesos formando letras M y V junto a otros motivos creados con huesos menudos y calaveras.
La iglesia fue levantada pocos años después de la existencia del osario, a mediados del siglo XIII. Pero, de nuevo, la construcción que vemos hoy en día no es la original ya que fue destruída al colapsar el campanario de la vecina iglesia de San Esteban en 1642. El actual edificio, de factura barroca y rococó, es obra de los arquitectos Andrea Biffi y Carlo Giuseppe Merlo, del año 1750, y fue promocionado por la Cofradía de los Disciplini, un movimiento laico consagrado al culto de los muertos y la expiación del pecado (por cierto, tienen su cripta en la propia iglesia, no visitable), que también se ocuparon del mantenimiento del lugar desde entonces.

Plaza de San Esteban de Milán, con las iglesias de san Esteban y san Bernardino en disposición perpendicular.
Los milaneses se toman un descanso en la plaza de San Esteban. Ambas iglesias, en disposición perpendicular, están separadas por el popularmente conocido como Callejón del Hombre Muerto o de San Bernardino.
Antiguo limosnero de mármol, con grabado de calaveras y cita bíblica junto a la fecha de restauración del edificio.
En el callejón se puede ver aún un limosnero adosado a la pared (ahora clausurado) en el que nos recuerdan el evangelio de San Lucas con la frase dad y se os dará, síntoma inequívoco del poder cuasi milagroso que se atribuía a los huesos. Más abajo se marca la fecha del final de la restauración de todo el edificio: 1776.
El fresco de la bóveda y las decoración de las pechinas de la capilla también son de finales del s. XVII. Obra de Sebastiano Ricci, titulada El Triunfo de las almas entre los ángeles, con una difícil interpretación iconográfica en la que aparecen los cuatro santos de la ciudad: Santa María virgen, San Ambrosio, San Sebastián y San Bernardino de Siena.

Fresco de Sebastiano Ricci para la bóveda de San Bernardino alle Ossa.

Pared que alberga la puerta de entrada desde el Callejón de San Bernardino, con las calaveras de ajusticiados dentro de una vitrina.

Y para terminar decirles que en algunos documentos consultados se comenta, se dice, que varias de las calaveras que decoran la vitrina sobre la puerta principal de entrada desde la calle son de ajusticiados, que tenían mucho predicamento siglos ha en eso de conceder deseos a los que aún estamos vivos.

Mi recomendación, pueden imaginarse: no se la pierdan. Además, está a dos pasos del Duomo y la visita es gratuita.


San Bernardino alle Ossa
Via Verziere, 2 (acceso por la Piazza Santo Stefano)
20122 Milán MI
Italia
(Ubicación en Google Maps)

W_ www.sanbernardinoalleossa.it
H_ De lunes a viernes de 8:00 a 18:00 horas. Sábados de 9:30 a 18:00 horas. Domingos, cerrado.
Nota_ No está permitido sacar fotos, al menos no con cámara profesional (me costó carita de cordero degollado y laaarga explicación de mis intenciones en italianglish al guarda para que me dejara tomar ¡cinco fotos! 😰 Qué cruz, señor, ¡qué cruz!).

Bibliografía y documentación_

  • Carroll, Michael P. (1996), Veiled Threats. The logic of popular Catholicism in Italy. Baltimore: The Johns Hopkins University Press.
  • Karsten, Matthew (2018), "Milan's Bizarre Church of Human Skulls", en Expert Vagabond, 20 de diciembre (link).
  • Koudounaris, Paul (2014), El Imperio de la Muerte. Historia cultural de los osarios. Postdam: H. F. Ullman Publishing.
  • Maya (s.f.), "San Bernardino alle Ossa", en Atlas Obscura (link).
  • Polidoro, Massimo (2013), Milán insólita y secreta. Versalles: Editorial Jonglez.
  • Romussi, Carlo (1912). Milano ne' suoi monumenti. Volume 1º. Milán: Società Editrice Sonzogno. (Accesible desde este link.)
  • Turismo Milano. Chiesa di San Bernardino alle Ossa (link).
  • Wikipedia (link).

Sugerencias para usted

4 comentarios

  1. hi,
    i like your post,
    thanks for share this blog,
    keep on share it,
    Thanks! shimla kullu manali tour package

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    1. Thank for your nice comment, PK. Ratho, and welcome! And so sorry for the delay answering you. I forgot to do it when I read it, some months ago :-/

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  2. Respuestas
    1. Helevort, ¡cuánto tiempo! Qué alegría verte por aquí (con lo de capa caída que están ya los blogs).

      Pues sí, San Bernardino es impresionante y acojona bastante porque es una capilla pequeñita, de techo altísimos, pero diminuta. Si tienes ocasión de visitar Milán, yo no me perdería la visita (está muy muy cerca del Duomo).

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